Si alguna vez ha pasado por los puentes de acceso de Marginal Tietê a Rodovia Anhanguera, seguro que ha visto el imponente edificio que bordea las avenidas. Es el Casarão do Anastácio, patrimonio histórico catalogado que, desgraciadamente, se encuentra hoy en plena decadencia.
Patrimonio histórico de São Paulo desde 2013, el Casarão do Anastácio se encuentra en Pirituba y es un símbolo de memoria y cultura. Aun así, una posible restauración está todavía muy lejos, y el inmueble no ha dejado de deteriorarse desde entonces.

Casarão do Anastácio ha visto días mejores
El terreno que alberga el Casarão do Anastácio tiene unos 180.000 metros cuadrados y ha sido propiedad de varias personas a lo largo de los siglos. Su primer propietario fue el coronel Anastácio de Freitas Troncozo, que dio su nombre a la finca en 1823.
En 1856, Domitila de Castro Canto e Mello, marquesa de Santos, compró el lugar con su marido, el brigadier Tobías de Aguiar. La pareja construyó una sencilla casa de tierra apisonada que Domitila solía visitar los fines de semana.
Documentos de la USP indican que la marquesa era conocida por su actitud relativamente tolerante hacia las personas esclavizadas, con las que compartía el hábito de fumar en la finca. De hecho, algunas fuentes sugieren que el terreno pudo haber sido el emplazamiento del primer quilombo de São Paulo, debido principalmente al comportamiento de la marquesa.

Medio siglo de decadencia
Tras la muerte de los propietarios, los herederos dividieron el terreno y vendieron las parcelas a empresas como la Companhia Armour do Brasil. Fue esta empresa la que, en 1920, construyó la estructura que hoy conocemos como Casarão do Anastácio en el emplazamiento de la antigua casa de la Marquesa.
Tras la venta del terreno a otra empresa en la década de 1960, la propiedad quedó abandonada. La vegetación comenzó a adueñarse del lugar y las paredes del edificio perdieron su pintura, que fue sustituida por decenas de grafitis. Varias empresas constructoras manifestaron su interés por construir centros comerciales y edificios en el solar, por lo que en la década de 1990 el Departamento Municipal de Cultura inició el proceso de catalogación del edificio para protegerlo de la demolición.
El proceso finalizó en 2013, cuando Casarão do Anastácio ya era propiedad de la empresa estadounidense Tishman Speyer, que dijo estar interesada en restaurarlo y convertirlo en un espacio cultural. Sin embargo, las obras nunca comenzaron y la mansión sigue abandonada a día de hoy. Los expertos afirman incluso que la estructura es frágil y podría derrumbarse en cualquier momento. En otras palabras, sólo nos queda esperar que Casarão do Anastácio resista hasta que las promesas se hagan realidad.