La noticia de que la ciudad de São Paulo tiene más ratas que personas sorprendió a mucha gente, y no siempre de forma positiva. Sin embargo, hay otro municipio en São Paulo cuya población humana es superada por una especie animal – esta vez, una más querida por la población. Hablamos de Bastos, una pequeña ciudad del centro-oeste de São Paulo que alberga más gallinas que personas.
En la actualidad, Bastos tiene 21.500 habitantes. Hay más de 11 millones de gallinas, lo que significa que hay unas 510 aves por cada humano. Este curioso hecho se explica por la gran concentración de granjas en Bastos, que representan el 20% de la producción de huevos del país.

¡La Capital Nacional del Huevo está en el interior de São Paulo!
Desde su fundación en 1928, Bastos ha tenido una economía predominantemente agraria. Tras años invirtiendo en café y algodón, en los años 50 el municipio se orientó hacia la producción de huevos, también conocidos como aves ponedoras, y se convirtió en una referencia en el mercado nacional.
Fundada por inmigrantes japoneses, Bastos alberga 60 granjas, cuya producción puede alcanzar los 15 millones de huevos al día. Esto se debe a la adopción de técnicas de cría japonesas y al uso intensivo de tecnología, que maximiza la productividad en un municipio con una población reducida.
Por este motivo, Bastos ha recibido el curioso y merecido título de Capital Brasileña del Huevo. Para hacerse una idea, una de las plazas más famosas de la ciudad se llama Praça do Ovo (Plaza del Huevo), con lámparas en forma del alimento.

¿Qué hacer en Bastos?
En Bastos no todo son huevos. La ciudad atrae a los visitantes por su inusual título, por supuesto, pero también por sus atractivos culturales. Debido a sus orígenes japoneses, Bastos cuenta con varias atracciones que mezclan la cultura de Japón y Brasil.
El Museo Histórico Regional Saburo Yamanaka, por ejemplo, conserva la historia de la inmigración japonesa a través de fotos y objetos; mientras que el Jardín de la Amistad cuenta con una réplica en miniatura del monte Fuji. Por último, el Templo Budista Nambei Honganji ofrece una inmersión en la espiritualidad oriental a través de celebraciones y prácticas de meditación.
