La música clásica siempre ha tenido un cierto aire de misterio, o incluso de distancia. Durante siglos se ha asociado a las cortes reales y a los grandes teatros, frecuentados por nobles y élites culturales. Pero lo cierto es que no sólo pertenece a los dorados teatros de ópera.
Está presente en las películas que nos gustan, en las bandas sonoras que nos provocan escalofríos e incluso en las listas de reproducción que utilizamos para relajarnos. Si nunca ha asistido a un concierto, quizá le sorprenda descubrir que el mundo de la música clásica es vibrante, apasionante y mucho más accesible de lo que parece.

El primer paso: sentir, no entender
No hace falta saber qué es un allegro ni reconocer una composición de Vivaldi para disfrutar de la experiencia. La música clásica está hecha para sentirla, no para descifrarla.
Cierre los ojos, respire hondo y déjese llevar por el sonido: puede sentirse en un castillo barroco, en una dorada puesta de sol o, simplemente, en paz. Ése es el poder de la música clásica.
Vivirla en directo
Ver tocar a una orquesta en directo es como ver una película sin pantalla, en la que la banda sonora es la protagonista. ¿Y lo mejor? Hoy en día hay conciertos pensados precisamente para los que empiezan.
Algunos, como los Candlelight concerts, se celebran a la luz de las velas en recintos históricos, con programas que mezclan Mozart, Vivaldi y versiones de Coldplay y Queen en arreglos de cuerda. Es una introducción ligera, atractiva e inolvidable.
Y para los que no sepan si les cabe un concierto en el presupuesto del mes, la Sala São Paulo tiene conciertos matinales gratuitos que tienen lugar siempre los domingos.

Empieza por algo conocido
Una buena forma de empezar es escuchando bandas sonoras, con compositores como John Williams (el genio detrás de Star Wars, Harry Potter y E.T.) y Hans Zimmer (con éxitos dePiratas del Caribe, Gladiator e Interstellar), son puertas de entrada perfectas. Composiciones emocionantes, llenas de energía y dramatismo: música clásica con un toque contemporáneo y el alma del cine.
Si quiere más pistas, estas son algunas de las obras clásicas más interpretadas por las orquestas de São Paulo.

Formaciones clásicas
Orquesta Sinfónica
La más grandiosa de las formaciones. Reúne a decenas de músicos divididos en familias de instrumentos: cuerda, viento, metal y percusión, todos dirigidos por un director. Es el tipo de agrupación que interpreta obras de compositores como Beethoven, Chaikovski o John Williams.
Orquesta de cámara
Más pequeña que la sinfónica, normalmente con hasta 40 músicos. El sonido es más íntimo, ideal para salas más pequeñas y repertorios delicados. Perfecta para quienes quieren empezar a disfrutar de la música clásica sin la grandeza de una gran orquesta.
Cuarteto de cuerda
Formación clásica por excelencia: dos violines, una viola y un violonchelo. Es pequeño, cercano al público y lleno de emoción. Mozart, Haydn y Beethoven escribieron obras inolvidables para este formato.
Recital en solitario
Aquí lo más destacado es el individuo. Puede ser un pianista, un violinista, un letrista… La experiencia es más personal y emotiva, como si el músico contara una historia sólo para usted.
Conjunto o grupo de cámara
Formaciones flexibles que mezclan diferentes instrumentos (cuerda, viento-madera, viento-metal, voz). A menudo exploran repertorios modernos o arreglos originales, aportando frescura al mundo clásico.
Big Band / Orquesta de Jazz
Una mezcla de estructura clásica y alma popular. Instrumentos de viento, piano, bajo y batería crean un vibrante sonido de jazz, ideal para los que quieren algo entre clásico y popular.

Consejo final: tómate tu tiempo
Cada pieza es un universo, y cada concierto, un viaje. No se trata de entenderlo todo, sino de sentir algo nuevo. Así que elige un concierto, ve con el corazón abierto y descubre el placer de dejarte guiar por la música.